La Tesis Alcista de Bitcoin (Parte 1 de 4)

Génesis y orígenes del dinero

Vijay Boyapati
6 min readMar 5, 2018

Con el precio del bitcoin alcanzando nuevos récords en 2017, podríamos pensar que la tesis alcista para inversores es demasiado obvia para merecer un desarrollo. O por el contrario, podría parecer estúpido invertir en un activo digital que no está respaldado por ningún bien tangible ni gobierno y cuya subida de precio ha conseguido que lo comparen con la burbuja de los tulipanes o de las punto com. Ninguna de las dos posturas es correcta. La tesis alcista de Bitcoin es convincente, pero dista de ser obvia. Existen riesgos significativos al invertir en Bitcoin, pero como veremos, también existe una inmensa oportunidad.

Génesis

Nunca en toda la historia ha sido posible transferir valor entre personas distantes sin confiar en intermediarios como bancos o gobiernos. En 2008 Satoshi Nakamoto, cuya identidad es desconocida, publicó una solución de 9 páginas a un conocido y no resuelto problema de sistemas informáticos: el Problema del General Bizantino. La solución de Nakamoto y el sistema que construyó partiendo de la misma (Bitcoin), permitieron por primera vez transferir valor de forma rápida, a gran distancia y sin necesidad de confiar en un intermediario. Las ramificaciones de la creación de Bitcoin son tan profundas tanto para la economía como para la ingeniería informática que Nakamoto debería ser la primera persona en ganar un Nobel en economía y también un premio Turing.

Para un inversor, el hecho más sobresaliente en la invención de Bitcoin es la creación de un nuevo y escaso bien digital: los bitcoins. Los bitcoins son fichas digitales transferibles que se crean dentro de la red de Bitcoin a través de un proceso conocido como “minería”. La minería de Bitcoin es en cierta forma análoga a la del oro, excepto en que la producción sigue un calendario preestablecido. Por diseño, sólo podrán “extraerse” 21 millones de bitcoins, y de ellos ya han sido minados la mayor parte (aproximadamente 16,8 millones cuando escribo esto) Cada 4 años el número de bitcoins que producen los mineros se reduce a la mitad y para el año 2140 la producción de nuevos bitcoins se habrá detenido por completo.

Los bitcoins no están respaldados por ningún bien físico, ni garantizados por ningún gobierno o empresa, lo que provoca la pregunta obvia de cualquier nuevo inversor: ¿Cómo pueden siquiera valer algo? A diferencia de las acciones, bonos, bienes raíces o las materias primas como el petróleo o el trigo, los bitcoins no se pueden valorar usando análisis de flujos de caja ni por su demanda para la fabricación de otros productos. Los bitcoins son parte de una categoría completamente diferente de bienes, conocida como bienes monetarios, cuyo valor se establece mediante teoría de juegos: cada participante en el mercado lo valora estimando la valoración del resto de los participantes. Para comprender esta característica de los bienes monetarios debemos explorar el origen del dinero.

Los orígenes del dinero

En las primeras sociedades humanas, el comercio entre grupos se realizaba mediante intercambio (o trueque). Las terribles ineficiencias del trueque limitaban drásticamente la escala del comercio, tanto en cantidad como geográficamente. Una gran desventaja es la (doble) necesidad de que ambas partes estén de acuerdo en lo que desean trocar. Si un agricultor de manzanas quiere comerciar con un pescador, pero en ese momento el pescador no quiere manzanas el trueque no llegará a realizarse.

Con el tiempo los humanos evolucionamos un deseo de atesorar cosas por su rareza o valor simbólico. Los ejemplos incluyen conchas, dientes de animales y piezas de sílex. De hecho, como argumenta Nick Szabo en su brillante ensayo on the origins of money, el deseo humano de coleccionar piezas dió al hombre primitivo una cierta ventaja evolutiva sobre su competencia más cercana: el homo neanderthalis.

La función primaria (y evolutiva) de los coleccionables era servir como medio para almacenar y transferir riqueza.

Las piezas de colección sirvieron como una especie de “proto-moneda” haciendo posible el comercio entre tribus que de otra forma serían enemigas y permitiendo la transferencia de riqueza entre generaciones. De todas formas el comercio y transacciones de coleccionables no eran demasiado frecuentes en las sociedades paleolíticas; las piezas se usaban principalmente como “depósito de valor” y mucho menos como “medio de intercambio” que es la función que normalmente otorgamos al dinero moderno. Szabo explica:

Comparado con el dinero moderno, el dinero primitivo tenía muy baja velocidad, es decir, cambiaba de manos solo unas pocas veces durante el tiempo de vida medio de una persona. Sin embargo, una pieza duradera , lo que hoy llamaríamos una reliquia de familia, podría perdurar durante muchas generaciones, posibilitando transacciones y acumulando un valor sustancial añadido en cada una de ellas.

El hombre primitivo se enfrentaba a un arduo dilema de teoría de juegos al decidir qué coleccionables producir o atesorar: ¿Qué objetos serían deseables para otros humanos? Anticipar correctamente qué objetos tendrían demanda por su valor como coleccionables confería al poseedor una ventaja enorme para comerciar y adquirir riqueza. Algunas tribus de indios americanos como los Narragansetts, se especializaron en la fabricación de coleccionables que no tenían otro valor más que su utilidad para el comercio. Es interesante que cuanto antes se anticipe la demanda futura de un ítem coleccionable, mayor es la ventaja para el poseedor que lo podrá adquirir más barato y beneficiarse más del aumento de valor comercial a medida que la población que lo demanda crece. Es más, adquirir un bien con la esperanza de que se convierta en un futuro depósito de valor acelera su adopción para dicho propósito. Esta aparente circularidad es realmente un bucle de retroalimentación que empuja a la sociedad a converger rápidamente en un único depósito de valor. En teoría de juegos esto se conoce como “Equilibrio de Nash”. Llegar a un Equilibrio de Nash sobre un depósito de valor es un gran avance para una sociedad, ya que facilita el comercio y la especialización del trabajo, cimentando el camino hacia la civilización.

A través de los milenios, a medida que las sociedades humanas crecieron y desarrollaron rutas comerciales, los depósitos de valor instaurados en las diferentes culturas tuvieron que competir entre sí. Los mercaderes y comerciantes debieron decidir si almacenar el fruto de su trabajo en el depósito de valor de su propia sociedad, en el de aquella con la que comerciaban, o incluso parte en cada uno. Mantener ahorros en un depósito de valor extranjero facilita el comercio con esa sociedad, pero además las personas que poseen dinero extranjero tienen un incentivo para alentar su adopción dentro de su propia sociedad, ya que así aumenta la capacidad de compra de sus ahorros. Pero no termina aquí; adoptar un depósito de valor importado no beneficia solo a los comerciantes importadores, sino a ambos países en su conjunto. Dos sociedades convergiendo en un único depósito de valor se beneficiarían de una disminución sustancial en el coste del comercio bilateral y el consiguiente aumento de la riqueza proveniente de dicho comercio. Es más, en el siglo XIX por primera vez la mayor parte del mundo coincidió en un único depósito de valor: el oro. Dicho periodo disfrutó de la mayor expansión del comercio de la historia. Lord Keynes escribió sobre esta Edad Dorada (NT: el nombre en español para una época especialmente próspera es literalmente “de oro”):

Qué extraordinario episodio del progreso humano fue aquella época […] para cualquier hombre con capacidad o carácter superior al promedio, de clase media o alta, a quien la vida ofrecía a bajo coste y con poco esfuerzo, beneficios, comodidades y diversiones más allá del alcance de los reyes más ricos y poderosos de otros tiempos. El habitante de Londres podía pedir por teléfono, tomando su té matinal en la cama, diferentes productos del mundo entero, en la cantidad que estimase conveniente, y asumir que serían entregados prontamente en su puerta.

Parte 2…

Las otras partes (2, 3 y 4) de este artículo están disponibles en inglés, pero serán traducidas pronto. En la segunda parte me ocuparé de las características que posee un buen depósito de valor, y cómo se compara Bitcoin con el oro y el dinero fiat, utilizando cada uno de estos atributos.

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Agradecimientos

El original en inglés ha sido amablemente traducido por Iñigo y Carlos Beltrán.

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